martes, 14 de mayo de 2013

ENSEÑAMOS A 120 KM/H; APRENDEN A 50, 70, 90 KM/H, 130 KM/H...

Riechmann nos explica cómo la crisis ecológica mundial es una consecuencia indirecta de la velocidad. De la velocidad del consumo de energía, que es superior a la velocidad de creación de los combustibles que utilizamos cada día. De la velocidad de producción de desechos, que es superiror también a la velocidad de la naturaleza en reabsorberlos.

En educación ocurre algo similar. Existe una gran diferencia entre la velocidad de nuestras programaciones y la velocidad con la que nuestros alumnos aprenden. Enseñamos a 120 km/h y aprenden a 50 km/h, a 70 km/h, a 90 km/h, 130 km/h... Si la finalidad es "hacer con sentido", para ello es vital dar tiempo a las personas, a los aprendizajes... 

Creo que es necesario transformar el aprendizaje utilizando metodologías didácticas atractivas y huyendo de prácticas educativas y didácticas plastificadas pertenecientes a otra época. Si continuamos con estas prisas apagaremos la creatividad de nuestros alumnos.  Disminuyendo la marcha y aprendiendo a mirar (fijaros en la carretera de los alumnos) tendremos la posibilidad de aprovechar ocasiones que, corriendo demasiado, ni siquiera advertiríamos.

Debemos tener en cuenta que:

Algunos llegarán dando un gran salto.
Otros lo harán dando 3 pasos grandes.
Otros lo conseguirán dando 6 pasos normales.
Otros lo lograrán dando 9 pasos pequeñitos.
Otros necesitarán dar 12 pasos diminutos.

Algunos llegarán solos;
otros precisarán de tu mano.

Eso es normal; eso está bien;
eso debemos respetar.